Misión cumplida

Miércoles 29 de Junio 2016

Me levante temprano por la mañana y tengo que admitir que hoy, todos dormimos mejor que ayer por la noche. No hubo viento, tampoco nevó. Como todo lo rutinario, desayunamos y vemos que Nicolás dirige a los arrieros, montando todo el equipo de la travesía sobre los lomos de los burros y las mulas. Mientras tanto, Abel nos prepara unas tortas fritas muy ricas, típicas del callejón de Huaylas.

Este es el ultimo esfuerzo. Tenemos que bajar por tres horas hasta Cashapampa, pequeño pueblo que esta a 2970 metros sobre el nivel del mar. Antes de comenzar a caminar por el sendero, nos aseamos como todas las mañanas. El baño es un lugar bastante peculiar. Una carpa y un pozo en la tierra. Ya sé, lejos esta de entrar a la comparación que podes hacer de un baño de cualquier hotel, de cualquier red hotelera, no?

En fin, comenzamos la travesía y el día esta soleado. A lo lejos, el nevado Taulliraju nos saluda por ultima vez. En el horizonte, todo despejado.

Una de las cosas que saque provecho de esta experiencia, es que si deseas tomarte tu tiempo para apreciar la naturaleza, de tener tus momentos de soledad, de tomar fotos, entre otros, es mejor hacer el camino por si mismo. En grupo, lógicamente, uno sigue el camino y el ritmo de los demás. Esto significa que si quiero sacar una foto o admirar el paisaje, estas sujeto de una u otra manera a lo que hagan los demas o la gran mayoría del grupo. En mi caso en particular, la próxima hubiera preferido seguir mi ritmo. Esto, seguramente, no tiene que ver con el hecho de ser antisocial, mas bien de querer esos momentos de soledad de los que te comente hace un tiempo. De esos que necesitaba cuando estaba en Buenos Aires. Tiempo para poder pensar bien en que es lo que deseaba para mi y para mi vida. Vas a ver junto conmigo, que a medida que se vayan sucediendo las diferentes situaciones y lleguemos al momento del diagnóstico de mi cáncer, todo tiene un porque, todo tiene una razón. No digo que el cancer haya sido producido por alguna razon de índole psicológica, para nada; mas bien, es uno de los tantos disparadores, al margen de una situación del cuerpo, de las células, del tipo de alimentación o ambiente en donde uno vive, del ADN familiar. En fin, ponele el nombre que quieras.

Vamos bajando desde Llamacorral hacia Cashapampa. El camino en bajada supone ser mas fácil que cuando subimos, pero el peso de la mochila y el cansancio de haber caminado todos esos días, es lo suficiente para llegar extenuado. Es largo el camino, pero el llegar es reconfortante. En esta oportunidad, soy uno de los primero en llegar a nuestro punto de encuentro. Espero a los demás y una vez que estamos todos juntos, caminamos por unos minutos hacia el pueblo de Cashapampa. Allí, nos espera un muy rico almuerzo.

Ya en el vehículo que nos lleva de retorno a Huaraz, hacemos algunas paradas. Caraz, Yungay y Carhuaz. Llama mi atención cuando llegamos a Yungay, el encontrarme con un santuario y muchas tumbas. Este pueblo, hace décadas, fue arrasado por un alud de lodo, nieve y hielo, proveniente del nevado Huascarán. Incontable la gente que perdió la vía en este evento, nos cuenta Nicolás. Nos tomamos algunas fotos con el nevado detrás nuestro y seguimos hacia Huaraz.

Termina la travesía y ahora la vuelta al hogar. Vuelta a los amores, a algunas amistades; vuelta a las preocupaciones, al estrés y el comienzo del declive a nivel salud.

 

Invisible

No pude dormir bien anoche. Ya sabés, el viento dándole cachetadas a la carpa durante la noche, la lluvia que era agua nieve, cayendo sobre el techo y produciendo el peso suficiente, para bajar el techo; al margen de escarchar el exterior de la carpa. Una noche para olvidar, quizás.

Me despierto y me acerco a la carpa en donde están Nicolás y Abel. Nicolas, visiblemente afectado por el frío, sostenía una taza de te entre sus manos. Abel, concentrado en hacer el desayuno para todos. Algunas palabras en lengua quechua que yo no entendía. Ni muy, ni bien. Pero me reciben como uno mas de ellos en la carpa. Sana prueba de la hospitalidad que tenían y de lo maravilloso de poder compartir esa soledad que entrega la montaña.

Ya estando todos levantados, parte de la caminata incluye un desvío hacia la mejor vista del nevado Alpamayo y de la laguna Arhuaycocha. Un lugar soñado por todos y que yo mismo, considero que es uno de los puntos álgidos del viaje. Pero gran parte del sendero se ve cubierto por nubes bajas y espesas. La subida implicaría una demanda física extra y subir a unos 4450 metros sobre el nivel del mar.

Creo que el esfuerzo, bien valdría la pena si el día se presentara con mejores condiciones meteorológicas. No es que esperara un dia diáfano, pero si quería realmente disfrutar del lugar, las vistas eran lo que hacia la travesía superadora. Decidí entonces no seguir el desvío y continuar por el valle hacia Llamacorral, lugar donde me encontraría con todos los demás.

En el camino, me lo encontré a Abel, cargando una mochila que parecía una casa entera. Contenía todos los artículos y la comida para todo lo que restaba del viaje. No solo para el, sino para todo el grupo. El estaba sentado bajo la copa de un pequeño árbol, haciendo un poco de tiempo. Yo aproveche entonces para descansar y de paso, poder conversar. Después de un buen rato, continuamos juntos lo que quedaba de trayecto hacia Llamacorral. Abel me fue contando del como era vivir en el callejón de Huaylas, valle que se encuentra entre la Cordillera Blanca y la Cordillera Negra.

Me hablo de las diferencias étnicas, del porque hablar la lengua quechua no estaba bien visto en algunos estratos sociales y de lo muy duro que era trabajar allí y conseguir un futuro. Lógicamente, esa era su visión. Triste, porque veía lo que veo en otras partes del mundo: la injustificada diferencia social que existe entre los individuos, según la clase a la cual pertenecían, el acceso a mejores condiciones de vida, segun los ingresos que tuvieran. Pero en fin, lejos de hacer política, lo de la perdida de la lengua quechua, fue lo que me pareció mas triste. Muchísimo mas triste, porque era la perdida de la identidad. Es decir, no lo estaban perdiendo por falta de practica, ni porque no tuviesen ganas; sino mas bien, que por un interés o bien vision externa, perdían lo que los conectaba entre ellos, lo que los hacia diferentes. Como explicarte? Pondría en juicio a dos personas de habla anglosajona o latina, tan solo porque a mi me parece que no es un lenguaje evolucionado? Obviamente, sabemos que no. Categorizaría a la persona segun el idioma que hablase? Esto me hacia acordar a cuando los conquistadores, llegaron a nuestro continente y adoctrinaron a los en ese entonces habitantes de la tierra, a su vision y a su semejanza; basándose en el supuesto de que su cultura, lenguaje o costumbres, eran superiores. Yo lo veo así. Me vi muy lejos de eso. Creo también que un poco de mi historia familiar, se vio reflejada en eso, que me dio un profundo sentimiento de desazón, de tristeza.

Nos sentamos a almorzar con Abel y nos olvidamos un poco de las montañas. Los nevados Artesonraju, Alpamayo y Quitaraju no se dejaron ver en ningún momento, excepto por el Santa Cruz, que se veía perfecto. Al llegar a la laguna Arhuaycocha, nos encontramos con el grupo. Uno de ellos, se acercó a mi y me dijo que había tomado una buena decisión en no subir hasta la base del Alpamayo, porque el nevado estuvo invisible a los ojos de todos y porque para colmo de males, llovió durante todo el tiempo que estuvieron arriba. No es que me haya sentido contento por la desgracia ajena, pero si me quede tranquilo en haber optado por no ser parte de la caminata.

Nos sacamos unas fotos en la laguna Arhuaycocha y llegamos luego de un largo trayecto a Llamacorral.

Fue allí donde hicimos nuestro ultimo día de base y nos cruzamos con gente que estaba haciendo el sendero en sentido inverso y también, grupos de alpinistas que iban a desafiar las alturas y conseguir hacer cumbre en algunos de los nevados que te nombre.

En cuanto a mi, me fume algunos cigarrillos antes de irme a dormir y tome algunas fotos de los nevados, con esa luz de atardecer que hacían del momento algo mágico. Mi amigo aun desconocido, hoy no molesto tanto. Muy probablemente, el adenocarcinoma se había tomado un descanso. No cualquier tumor llega tan alto.

Artesonraju

Verdad: el cansancio pudo mas de lo que yo pensaba. Sin embargo, creo que esta en la fuerza interior de cada uno y la voluntad de superación, el de poder atravesar las situaciones difíciles y tomarlos como desafíos u oportunidades. En este caso en particular, el haber llegado a Punta Unión, fue el momento cúlmine de la travesía. Creo que a partir de ese momento, nada mas importaba. Había que llenar la autoestima y profundizar el ego? Difícil saberlo, pero fue una lección. Quizás, si hubiese sabido que en ese preciso instante, yo tenia un tumor maligno, no hubiese afrontado todo esto que te estoy relatando. Pero que valió la pena, estoy seguro.

Bajando ya desde Punta Unión, se puede ver la laguna glaciaria que esta en la base del nevado Taulliraju. Las nubes, cubren la cumbre de este nevado y tan solo se puede apreciar parte de toda esa masa rocosa gigante. Voy bajando por el valle y con buena velocidad. Metros mas abajo, me espera el almuerzo que nos preparo Abel, nuestro chef andino, en medio de este hermoso valle. Me encuentro con casi todos los integrantes del grupo y algunos están extenuados. El almuerzo es rico y mientras tanto, aprovechamos para conversar un poco entre todos, sobre lo dificultoso que fue el ascenso y sobre la poca energía que nos quedaba.

Ya habiendo terminado con nuestro almuerzo, seguimos nuestro descenso hasta el campo de Taullipampa. Desde este punto panorámico y otros, se pueden apreciar otros nevados no menos importantes: Rinrihircas, Santa Cruz y su cañón homónimo, Chacraraju, Chopicalqui, Pucajircas y el famoso Artesonraju. Famoso, porque su forma recuerda al diseño que todos conocemos de la presentación de la empresa de films Paramount. En efecto, esa montaña a la cual la comenzar a rodear estrellas, antes de comenzar la película. En mi caso, ver el Artesonraju fue ‘de película’.

Llegamos a Taullipampa muy cansados, pero nos aguardaban las carpas. Iba cayendo la noche y el frío comenzó a sentirse. Creo que me abrigué con todo lo que me había traído. En un momento, me sentí afiebrado. Muy.

Ya estando muy oscuro, el viento comenzó a soplar fuerte en el valle y la precipitación que sentía como agua, se transformó en agua nieve. Impensado, solo en una carpa y en la mitad de la nada, con ese frío y el viento que no cesaba.

Pensé mucho lo que dejé atrás cuando me fuí de Buenos Aires. En mis hijos, Ulises y Roberta, a los cuales extrañaba muchísimo y deseaba ver tan pronto fuera posible. Ellos, seguramente, estaban asistiendo al colegio y me atrevo a decir que a pesar de saber donde fue su padre, no tenían ni idea de lo que era ese lugar. De como uno se sometía a los elementos de la naturaleza. Me hubiese encantado que me acompañaran, pero reconozco que no era el lugar para ellos. Al menos no para Roberta, pero quizás a futuro si para Ulises. Años atrás, cuando el tenia tan solo doce años, lo lleve a un trek en el Cerro Tronador, cerca de San Carlos de Bariloche, Argentina. Ese viaje, juntos padre e hijo, fue maravilloso y nos unió mucho mas de lo que ya estábamos. Compartimos una aventura totalmente diferente a la cual estábamos acostumbrados. Como explicarte? Ulises y Roberta siempre estuvieron acostumbrados a las típicas vacaciones veraniegas con los padres, en las cuales se disfrutaba de la playa y el mar. No tengo nada en contra de ese tipo de vacaciones, pero yo necesitaba algo distinto, diferente. Vivencia un viaje de otra manera. Tuve mucha presión para con Ulises durante todo ese sendero, pero valió la pena. Es mas, reconozco que también aprendí mucho de el, cuando cerca de la ultima etapa del camino, habiéndose acabado el agua, a Ulises se le ocurrió agarrar un pedazo de nieve entre sus manos y transformarlo en agua mientras lo frotaba. Probablemente no te sorprenda esto en lo mas mínimo; para mi, fue un antes y un después. En resumidas palabras, añoraba estar con ellos.

De a poco el sueño me fue ganando. Estaba en el valle de Taullipampa a 4250 metros sobre el nivel del mar. No hubo tiempo para saber si me molestaba el soroche o mal de altura, como llamamos en otros países. De a ratos, la carpa se movía violentamente por la acción del viento y la nieve.

En lo más alto (4750 msnm)

Me despierto y hace mucho frío. Estimo que la temperatura debe rondar alrededor de los 5 grados centígrados. Esta es la primera vez que duermo en una carpa y solo. Menuda experiencia, no? Como podrás ver, todos los desafíos juntos.

Abel, nuestro cocinero y/o chef de montaña, nos esta preparando el desayuno para que estemos fuertes antes de partir. Mientras tanto Nicolás, que es nuestro guía, verifica como esta el tiempo y explora el valle visualmente. Somos los únicos que salieron de sus carpas o que al parecer, estamos despiertos. Abel sirve el desayuno, el cual tengo que reconocer que es bastante particular o bien, no muy parecido a lo que desayuno en casa normalmente. Me sirve en un bowl de cerámica, una sopa que consta de unos fideos con verduras, los cuales están sumergidos en un caldo que parece ser sabroso y en el medio, un huevo duro. Diferente no? Vos esperabas las medialunas o bien el revuelto gramajo… grave error en cuanto a la expectativa. Eso no va a suceder y al parecer, no porque no tengan, sino mas bien porque no es parte de la dieta de esta región andina. En fin, nos ponemos a conversar sobre la sociedad, sobre la cultura y también de los problemas que ellos enfrentan, al vivir de la montaña.

Nicolásme cuenta que hace un año atrás, perdió uno de sus mejores amigos, el cual estaba llevando a un grupo en escalada al nevado Alpamayo. El mismo, me cuenta que si bien saben que tomó todas las precauciones, el accidente fue inevitable. El me comenta, de cualquier manera, que no hace escaladas: tan solo senderismo o trekking. Sin embargo, tiene mucha experiencia y de hecho, su infancia la vivió entre estas montañas. Aquello que para todos los que venimos de aventura por estas tierras, buscando descubrir paisajes deslumbrantes, es para Nicolás algo así como el patio trasero de su casa. Su infancia era dirigir al ganado entre los distintos valles, caminar desde un pueblo a otro a través de los distintos valles que nosotros conocíamos y algún otro valle que jamas veremos. A diferencia nuestra, Nicolas no recorría estos parajes en su niñez con el mejor calzado para hacer senderismo; muy or el contrario, su calzado eran unas sandalias que le dejaban el pie semi-desnudo y que lógicamente, carecían de agarre para poder trepar o traccionar entre las rocas. Al margen, imaginate caminar con ese calzado y cuando las temperaturas eran muy bajas…

Se terminó el desayuno y tenemos que partir. Mientras todos nos vamos preparando, aquellos que se despertaron y los otros que lo hicieron hasta hace instantes, llegan los compañeros de Nicolás y de Abel, para comenzar a desarmar las carpas y empezar a cargar el equipo en los burros. Los vemos salir por el mismo camino que tomaríamos nosotros en minutos mas, solo que ellos llegarían mucho antes. Pues bien, cargo mi mochila y comenzamos con la caminata, saliendo desde Paria. La ruta, fue utilizada durante la era pre-colombina y la época colonial, para el transporte de mercancías desde el lado este de los Andes, hacia el valle. Comenzamos a caminar en el valle de Huarimpampa, en donde la altura es de 3870 msnm.

Después de un par de horas de caminata, el clima no es el mejor. Las nubes bajas, tapan los picos nevados y la temperatura baja, a medida que ascendemos. La mochila se siente pesada y la molestia lumbar, se siente muchísimo mas que el día anterior. El grupo se adelanta un par de metros y yo decido descansar en un lugar donde hay una buena vista panorámica.

Tan solo un par de horas mas y el camino se hace bastante empinado y rocoso. La vegetación es baja, lo cual indica que falta poco para llegar a Punta Unión, nuestro punto mas alto. El cansancio y el soroche o mal de altura, se siente. Todos en el grupo lo vivenciamos de diferente manera. En mi caso en particular, es tan solo cansancio a nivel físico. Creo si que los últimos cien metros, fueron muy intensos. El grupo se pudo adelantar bastante y yo quede rezagado. La molestia lumbar se tradujo en dolor y mi espalda lloraba, metafóricamente hablando.

A todo esto, de la pequeña llovizna que comenzó a caer minutos antes, cerca del paso se transformó en copos de nieve. Nicolás, que se quedo un poco mas cerca mio para acompañarme, desaparecía por momentos, ya que la visibilidad no era muy buena. En este momento y por primera vez, sentí un poco de arrepentimiento en cuanto a la travesía. Estaba solo, extenuado a nivel físico y a ciencia cierta, no sabia si podría llegar. Creo que pensé en todo y en todos y me dije a mi mismo que tenia que continuar. Viste que a veces, de nuestro interior surge una fuerza que no podemos entender muy bien… Quizás este fue uno de esos momentos. Ante la adversidad y el desafío, tenia que sacar fuerzas de donde fuese para seguir.

Los últimos veinte metros en ascenso son eternos. Ya no hay vegetación, tan solo rocas y nieve. Levanto la cabeza y a lo lejos, veo una especie de portal armado en forma natural, por dos grandes pilares de rocas. Correcto, es Punta Unión. Acelero la marcha y en cuestión de un par de minutos, llego al punto mas alto de la travesía: 4750 msnm. Estoy exhausto, con un poco de migraña y nauseoso. Algunos del grupo todavía están allí, apreciando el paisaje y descansando. Otros, decidieron seguir. Nicolás me da un durazno para que comer y creéme, fue el mejor durazno blanco de mi vida. Llego el tiempo del descanso y de las fotos.

A propósito, antes de salir de Buenos Aires, no tenia certeza de poder hacer esta travesía. Menos aun, a sabiendas de mi estado físico, el cual no era el mejor. La mente, de cualquier manera, lo maneja todo y si llegue hasta aquí, ese fue el motor que me hizo empujar hacia adelante. Lógicamente, no estamos hablando de escalar el Aconcagua o el Everest, pero estar a esa altura, habiendo hecho todo ese recorrido y desconociendo que yo ya tenia un tumor cancerígeno en mi cuerpo, valen doble.

Primeros síntomas

Llegando a Vaquería, nos disponemos a almorzar antes de comenzar con nuestra caminata. Este pueblo incrustado en los cerros, sirve como punto de partida, para todos los grupos y personas que hacemos el trek de Santa Cruz. Allí en Vaquería, solo se habla quechua, la lengua madre de todos los nativos; pero los locales hablan un perfecto español y se hacen entender muy bien en otros idiomas.

Mientras todo nuestro grupo esta almorzando, afuera los preparativos ya comenzaron y están armando las mulas y los burros, para cargar todo lo que necesitamos en el camino. Te sorprendería saber que toda la comida para los próximos días, junto con los elementos de la «cocina», son transportados de esta manera. Obviamente, no hay ningún local de comidas rápidas en el camino… Durante el almuerzo, pude conversar con una pareja de neocelandeses que vinieron a hacer este tour y están muy entusiasmados. Me cuentan de que ya hicieron otras caminatas, pero que esta, es la mas demandante que ellos hayan tenido como desafío. Para ellos, estar en Sudamérica es algo tan exótico como para nosotros lo es estar en Asia; esto, en sus propias palabras. Yo lo encuentro tan normal y raro a la vez, que me entrego un poco a la aventura, tal cual ellos.

Cargamos nuestras mochilas y comenzamos a bajar por un desfiladero. El camino es bastante rocoso y árido. No hay nevados que se puedan apreciar a simple vista. Estamos en el valle de Huaripampa, en donde nos encontraremos con varios pueblos minúsculos, que se abastecen mayormente de lo que cosechan o producen. también hay muchas casas, en las cuales se ofrece hospedaje. Sinceramente, no lo encuentro muy atractivo, pero lógico, teniendo en cuenta lo que ya pudimos ver en el viaje que nos llevo a Vaquería, esto también era parte del viaje.

Mientras caminamos, siento que la mochila me pesa demasiado. En esta oportunidad, solo cargue los elementos necesarios o básicos para esta caminata. En síntesis, una muda de ropa extra, mi cámara de fotos y algunas cosas mas. La bolsa de dormir y el equipo mas pesado, lo están cargando los burros. A diferencia de otras oportunidades, la mochila debe estar pesando no mas de cinco kilos, en contraste con otras veces en las cuales llegue a cargar hasta catorce kilos y ascendiendo mil metros. Siento molestia en la zona lumbar y también en la espalda. Cansancio tambien, porque siento la mochila mas pesada que de costumbre. Trato de ajustarme la mochila de mil maneras, pero es imposible: me molesta y mentalmente, hace que el cansancio se sienta aún más. Para colmo de males, quedo atrás en el grupo. No mucho, pero al fin de cuentas vengo rezagado.

De tanto en tanto, vamos haciendo paradas para tomar unas fotos y descansar, tomar algo. Creo que debimos haber parado unas tres veces en total. El paisaje se va tornando mas montañoso y cae la tarde sobre el valle de Huaripampa. Mientras tanto, la molestia lumbar no cesa y ya estoy muy cansado. Molestia… convenimos que a esta altura ya era un ligero dolor.

Después de unas cuatro horas, llegamos a Paria, en donde íbamos a descansar con el grupo. Tenia una carpa armada y acondicionada para mí. Por fin llegaba el momento de hacer nada y disfrutar un poco, aunque mas no sea, de mirar el paisaje y como la luz del atardecer, pintaba las cumbres de los nevados que tenia a mi alrededor. La cena, por parte de nuestro cocinero, devenido a chef de la montaña, estaba magnifica.

Al día siguiente, sería el gran desafío de llegar a Punta Unión, el lugar más alto de nuestro sendero.

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Vaquería

Domingo 26 de Junio 2016

El día anterior fue productivo en cuanto al descanso. La idea es que pueda aclimatar mi cuerpo a estar por encima de los 4000 metros de altura sobre el nivel del mar. Algo que no se suponía iba a ser simple y que de hecho, por lo tanto leído, no tenía una estadística en la cual poder apoyarme. Mas bien, todo depende mucho del cuerpo de cada uno.

El camino de nuestro vehículo sigue el recorrido del río Santa. Pasamos por muchos pueblos, como por ejemplo lo es Yungay, en el cual décadas atrás hubo miles de muertos por un alud. En eso voy a comentarte un poco mas, una vez que emprenda mi vieja de vuelta hacia Huaraz.

Llegando a la entrada del Parque Nacional Huascarán, tenemos que bajar del vehículo para pagar el abono o entrada del parque. Un tramite que no nos lleva mucho tiempo y que por otro lado, aprovechamos para descansar, beber y comer algo. Atentos a quienes vayan a hacer este viaje…es largo, pero vale la pena. Los guardaparques de este lugar, nos indican que es lo que no debemos hacer y nos brindan una breve charla. Alrededor nuestro, hacia el oeste, picos nevados de mas de cuatro mil metros por sobre el nivel del mar. Muchos tienen lo que se llama ‘nieves eternas’. Esos apus son colosos.

Nos volvemos a subir al vehículo y comenzamos nuestro viaje dentro de la quebrada. Lo primero que se puede apreciar a la distancia es la Laguna Llanganuco, con sus aguas turquesas que nos hipnotizan. Es increíble que a pesar de la aridez que existe alrededor, el agua haya adquirido ese color. Pero no nos equivoquemos, es agua glaciaria.

Bajamos del vehículo y nos sacamos un par de fotos. Me encantaría poder estar bien, pero me siento un poco molesto. Tengo una molestia en la cintura. Nada preocupante al parecer, pero es algo que no me es normal. Probablemente sea la falta de entrenamiento o el haber dormido en una mala posición? No lo sé. Busco autodiagnosticarme e intento buscar respuestas que me satisfagan. En fin…esto sumado a las deposiciones no normales que tengo, son pequeños indicios de un nuevo ‘amigo’ que va a tardar un par de meses mas en aparecer en toda su magnitud…pero volvamos al relato del viaje.

Luego de sacar unas buenas fotos de las lagunas, continuamos nuestro viaje a Vaquería, lugar en donde comienza nuestro sendero o mejor dicho, el Santa Cruz trek. Vamos dejando atrás ese maravilloso color turquesa de las lagunas y comenzamos a subir por unos acantilados, que nos llevan a un lugar llamado Portachuelo, en donde vamos a alcanzar la altura de 4768 metros sobre el nivel del mar.

En el camino, nos cruzamos con otros vehículos y creéme que de solo mirar a través de la ventana y ver los precipicios, es imposible no pensar en un accidente. La pregunta obligada de uno de mis nuevos compañeros de viaje se imaginan cual habrá sido, no? Correcto! – Usted sabe si hubo algún accidente en este camino? A lo cual el conductor responde: – Asi es, hace un par de años se cayo una camioneta aquí mismo y se murieron todos sus ocupantes. En mas de una oportunidad, yo creo que somos muy curiosos los seres humanos y en nuestro afán de querer saberlo todo, dejamos de disfrutar del momento. En fin, silencio en nuestro vehículo hasta que llegamos a la próxima parada.

Disfrutamos de una parada mas antes de llegar a Vaquería. Por sobre ,los cuatro mil metros de altura, el frío se siente. Pero el paisaje es idílico. Los nevados a nuestro alrededor se ven formidables. Por nombrar algunos, el Huascarán Sur y el Huascarán Norte, el Chopicalqui, el Yanarahu y a lo lejos el Nevado Hunadoy y el Chacraraju.

Muchísimas fotos de los paisajes, de mi y también con el guía y con el cocinero de nuestro grupo, que te cuento a esta altura, ya estábamos como si nos conocieramos desde hace tiempo. Esto es el plus del viaje: conocer gente y vivenciar las costumbres; algo que muy a menudo, no se nos ocurre hacer.

El viaje continua por una hora mas y llegamos finalmente a Vaquería.

Apus: es una palabra quechua que tiene dos significados en una sola palabra: El primer significado es montaña y el segundo es Dios. Por ende, Los Apus son los espíritus de las montañas que protegen a los pueblos de los Andes desde la época de los Incas. Segundo, significa DIOS. El APU era el dios protector de cada pueblo en el imperio de los Incas. En la época inca y en la cultura quechua (entre otras más) se consideran a determinadas montañas y nevados como lugares en donde reside el Apu (dios tutelar) de un determinado lugar, siendo entonces esta montaña sagrada (http://www.cometoperu.info/los-apus/).

Partida

En la hostería me trataron muy bien, por suerte. Me sentía uno mas, ya que todos eramos extranjeros. Creo no equivocarme, al pensar que nadie era local en ese lugar. Nadie oriundo de esa maravillosa tierra.

En fin, me levanté temprano y desayuné. Preparé todo como para una caminata de un par de horas y me acorde de llevarme provisiones. En este sentido, es muy importante llevarse líquido, ya que en esta actividad, se suele caminar bastante, por largos periodos y en constante pendiente.

A pesar de haber logrado llegar a una elevación cercana a los 4000 msn, no sentí diferencia en cuanto a la respiración o el cansancio. El paisaje era maravilloso por donde lo mirase. Rocoso, con lagos y pequeñas lagunas de origen glaciario y como siempre, los nevados que se acercan mas a uno desde el horizonte. En esta oportunidad, la quebrada Cojup, dentro del Parque Nacional Huascaran, se presentaba tal cual la habían descrito los dueños de la hostería: imponente. La laguna Palcacocha y los nevados circundantes, que tenían esa fama de inalcanzables, se veían mucho mas cerca de los que yo podía imaginar. Pero llego el momento en el cual debía volver. No quería malgastar energía subiendo por otros senderos y así terminar extenuado, antes del gran día. Mañana, bien temprano, me estarían pasando a buscar para llevarme a la agencia y comenzar el viaje para realizar el sendero Santa Cruz.

Al llegar a la hostería, no me sentí tan agotado. Muy por el contrario, me quede con ganas de mucho mas. Aproveché para comunicarme con mi pareja y compartimos los tipicos mensajes de amor, al margen del deseo de muy buena suerte para con esta aventura. Iba a estar unos cuatro días sin conexión con el mundo exterior y era algo a lo cual tenia que exponerme, si queria lograr mi objetivo. Extrañarla a ella y a mis hijos a horrores, sería parte de la aventura. Pero fallarles y no lograrlo, después de tanto esfuerzo, lo hubiese sentido como una tremenda derrota a todo nivel. Demasiada auto-exigencia. Mejor dejemos ese pensamiento que fluya y aprovechemos para dormir.

amaneció entonces ese 26 de Junio. Día de aventura. Preparé todo lo que necesitaba para la travesía y deje un bolso con pertenencias que no iba a utilizar, en la posada. Baje en auto hasta el pueblo y le ofrecí a una gente que iba a participar de una maratón, para que viniesen conmigo.

Una vez en la agencia, comenzó nuestro viaje en uno de sus vehículos. Teníamos que pasar a buscar a la otra gente que formaría parte del grupo. Neozelandeses, australianos, británicos y….yo, el único que hablaba español. No había fronteras en cuanto al lenguaje, ya que la mayoría hablaba el idioma ingles en forma nativa. Los guías y yo, teníamos un buen comando del idioma, pero el hecho de hablar en español, seria un plus para mi y para sentirme mas conectado con ellos. Tenia la intención de vivenciar el sendero, pero a su vez, de poder también compartir y escuchar a los guias locales, sus experiencias, su forma de vivir y como seria la vida en este lugar. Cuando uno va de vacaciones a lugares donde queda maravillado, se siente que volvería a visitarlo una y otra vez; es mas, en alguna oportunidad, me arriesgo a decir que existe la remota sensación de querer vivir y habitar el lugar. Pero no nos equivoquemos, todo tiene su precio y Huaraz con la Cordillera Blanca y sus nevados, tenían muchas caras para mostrar.

Aclimatación

El día anterior fue productivo en cuanto al descanso. La idea es que pueda aclimatar mi cuerpo a estar por encima de los 3000 metros de altura sobre el nivel del mar y no cansarme. El sendero que tenia programado para hacer se llamaba Santa Cruz trek. Creo que ya había explorado todas las opciones posibles, agencias con las cuales poder hacerlo, condiciones climatológicas, equipamiento tal como mi bolsa de dormir, bastones, etcétera. Estuve horas y horas buscando las mejores alternativas y este sendero de cuatro días, me pareció el mejor y el que coincidía con mis expectativas y condición física. Es verdad, me hubiese gustado hacer el Circuito Huayhuash, pero mas de diez dias me era imposible, ya que no estaba de vacaciones y tan solo habia conseguido cambiar unos dias en mi trabajo.

La agencia con la cual hice la reserva para el Santa Cruz trek, no pudo haber sido mejor opción. A solo unos cientos de metros de la Plaza de Armas en Huaraz, Rubén me esperaba para charlar y explicarme como iba a ser el sendero. Cuando lo vi, supe instantáneamente supe que era el. Tenia algo especial. El me vio a mi, caminando hacia la agencia y me pregunto por mi cigarrillo. Menuda pregunta Rubén! Estoy en estado, pero me gusta fumar. Por dentro mio, me acordaba de las intensas discusiones en Buenos Aires respecto al cigarrillo y los diez que me debía haber fumado desde que llegue a Huaraz. No era un fumador empedernido, pero tenia mis momentos.

Entre a la agencia y la charla fue muy amena. Me mostraron un mapa con relieve sobre como iba a ser el sendero y los lugares en donde se pondría difícil. Muy al margen, mientras hablábamos en la agencia se ve que les gustaba ese acento tan argento. Yo por mi parte, no hacia mucho para disimular mi origen. Siempre utilizando lunfardo y el lenguaje corporal que nos caracteriza.

Burros, mulas, carpas, cocina y mucho mas es lo que nos iban a proveer a mi y a los demás que estuvieran haciendo el sendero. Por suerte, yo tenia bolsa de dormir, aislante y mas equipo, para lo cual ellos también tenían espacio. El precio convenido fue el esperado y acordamos salir en dos días, bien temprano por la mañana y comenzar con el sendero.

Volviendo a la posada, me encargue de organizar todo lo que tenia un poco desordenado a mi gusto y empaque para seguir camino a mi segundo hospedaje, una hostería que estaba mas alto en cuanto a elevación que lo que estaba Huaraz.

Después de unos veinte minutos de viaje llegue a la hostería. Los dueños, de origen canadiense, siempre muy amables, Ella, una tipa que evidentemente tenia una idea muy formada sobre el servicio. Cordial y dispuesta a ayudar con todo lo que estuviera a su disposición. sentí un poco la falta de aire, pero el lugar era tan diferente a cualquier otro donde hubiese estado, que no importaba mucho. Había caballos, perros y una huerta. Montañas por donde mirase. Huaraz, hundida en ese pozo que ahora se veía diferente desde arriba.

Decidí irme a la habitación y acomodar todo para las dos noches que me quedaría en la hostería. Al día siguiente, seguramente tendría un poco de actividad física y aprovecharía para sacar fotos. Tenia como objetivo prepararme, pero no matarme físicamente antes de tiempo!

Por la noche, estaba encendida la chimenea con leña y estaba toda la familia en los sillones, incluyendo los perros. Un lugar increíble. El dueño, un tipo socio-culturalmente bien preparado, hablaba de política, economía y de la sociedad conmigo y con otro flaco neozelandés que estaba ahí para hacer una travesía en bicicleta. Nos hablaba de que estaba tan cansado de como se vivía en su país y de como vivia el con su esposa, que decidió mudarse a este lugar que estaba perdido en el mapa. Lejos de cualquier tipo de tecnología, artefactos materiales y facilidades que tenia en su pais de origen. En sus propias palabras, este era su lugar en el mundo; y que lugar.

La cena fue fabulosa. Me sentí bastante bien hoy, bah, mejor de lo que esperaba. Por suerte, no hubo necesidad de pastillas y me olvidé de ir al baño por un rato. Evidentemente, mi estomago no tenia problemas con la altura.

Descanso

Después de ducharme y ordenar un poco mi ropa, me decido a salir de la posada y pasear un poco por la ciudad. Antes, me comunico con mis hijos y mi pareja. Todos están bien por suerte. Mi hijo mas grande tiene catorce años y no es de hablar mucho; es un tipo mas para adentro. Me identifico mucho con el, porque yo cuando era chico funcionaba de la misma manera: todo era para adentro y no era de hablar mucho. En cambio mi hija de once años, es un poco mas charlatana y frontal.

Lucho por mejorar la relación que tengo con ellos todos los días, ya que en el pasado y si bien estuve presente, mucho tiempo le dedique a mi trabajo y parejas. Depositar tu tiempo en estas dos variables, no permite cultivar otras tantas como por ejemplo las amistades. De no haber sido de esa manera, hoy estaría recorriendo un camino muy diferente. Quizás no tan exitoso en mi trabajo, pero seguramente mas feliz, en familia y con amigos.

Este es el balance que a todos nos toca hacer en algún momento de nuestras vidas. La toma de decisiones a nivel laboral es fácil, porque podemos medir de mejor manera el alcance que van a tener a futuro. Decidir conlleva riesgos. En tu vida personal, creéme que las decisiones que tomes van a afectar tu estilo de vida, tus afectos y el acompañamiento que tengas. Puede haber un sinfín de trabajos, pero vidas hay solo una. De la manera que vos te relaciones con la gente, es de la manera que va a resultar todo a futuro. Si sos buena persona, de ‘buena madera’ como se dice, es muy probable que termines haciendo amigos en forma natural. Si en cambio te recluís en vos mismo o bien, no sos una persona afable y encima tenes actitudes de mal tipo o tipa, es muy probable que te quedes solo. En este sentido, fuí una persona carente de amistades, pero porque no me anime a confiar y deposite toda mi energía en… bueno, ya te comente.

Mi pareja, esta bien por suerte. Sabe de mis preocupaciones respecto a la altura, mientras hago este viaje, pero también sabe que es algo que anhelaba hace mas de un año atrás. Aproveche para hacer este viaje y en estas fechas, porque ella tambien se iba de viaje. La idea es no perder tiempo de vernos y que las vacaciones o viajes laborales de ella, encajen con mis viajes de senderismo.

Casi siempre nos dividimos en las vacaciones que son bien nuestras y las otras, que tenemos cada uno de nosotros con nuestros hijos. En mi caso en particular, trato de que en mis vacaciones con mis hijos, ella también pueda venir con nosotros mientras tiene alguna posta en Europa (ella es es tripulante de abordo, azafata o como se te ocurra). Esto significa que el rango de lugares que puedo visitar es un poco mas acotado, pero vale la pena el esfuerzo y las opciones para que estemos juntos.

Huaraz es un pueblo que se encuentra recostado en el famoso Callejon de Huaylas, entre la Cordillera Blanca y la Cordillera… Y si, adivinaste, Cordillera Negra. Te preguntaras si realmente hubo algún pensamiento muy profundo cuando decidieron denominarlas de esta manera o bien, quisieron hacer referencia al ying y al yang. Yo me lo pregunte, pero por muy poco tiempo, ya que no quería enroscarme demasiado en algo tan intrascendente y seguir disfrutando.

Me tome una de esas combis que transportan gente por todo el pueblo y empece a conocer Huaraz.

Las calles están muy bien pavimentadas y la edificación consta mayormente de casas pequeñas y de haber edificios, no superan los dos pisos. Mucho de lo que veo son medianeras con ladrillos a la vista. Al parecer, no esta muy en auge hacer el revoque de las paredes. Hagamos un alto: este es un comentario sarcástico y el sarcasmo es parte de mi desde hace años. Un lugar rustico.

El hombre sin amigos es como la mano derecha sin la izquierda.

Dicho Rumano

Huaraz

Me despierto en mitad de la noche y siento un poco de frío. Estoy sentado en el ómnibus camino a Huaraz, del lado derecho, que es de donde se puede apreciar el amanecer. A ciencia cierta, no se que hora es y volver a dormirme es algo así como una tarea faraonica, ya que pude conciliar el sueño rápido y dormirme apenas salió el ómnibus de Lima.

El sol comienza a iluminar los varios cordones montañosos y cerros que hay a mi alrededor. Todo es color tierra y hay muy poca vegetación en el horizonte. Al fondo se ven los nevados, imponentes y majestuosos. Cada tanto el sol deposita su cara sobre una de las tantas laderas de estas montañas fenomenales y la nieve parece tener un color rojizo, celeste o bien rosa. Las montañas se ven solitarias, pero a la vez hacen de guardianes de toda esta tierra. Los apus, como bien les llaman a los nevados aquí en Perú.

Dejo el paisaje por un rato y pienso en casa, pienso en Buenos Aires, pienso en mis hijos y en mi pareja. Tengo que comunicarme con ellos apenas encuentre un lugar desde donde pueda tener conexión. En realidad lo hago para que se queden tranquilos y porque también hay un poco de saudade; sin embargo, siento la necesidad de estar solo, en paz y tranquilo.

En Buenos Aires dejé atrás el estrés, las disputas y preocupaciones diarias. Era el momento de regalarme un tiempo a mi mismo y hacer algo que realmente me apasiona: ver paisajes y tener tiempo para sentarme, apreciar la tranquilidad y el hecho de estar vivo. En realidad, me pregunto que viene primero, la necesidad de escapar o la de disfrutar. Se entiende?

Llegando a Huaraz, bajo del ómnibus y hace frío, pero con un sol radiante y sin nubes. Tengo un poco de migraña, pero es normal porque llegue a una ciudad con bastante elevación respecto del nivel del mar. Por suerte, el equipaje que despache llego sano y salvo. Adentro tengo equipo para hacer senderismo, trekking o como carajo quieras llamarlo. Perderlo seria algo así como una catástrofe, ya que me estuve armando desde hace tiempo con equipamiento de buena calidad y por consiguiente, invirtiendo dinero. Pero que mejor que invertirlo en algo que te gusta, no? Y si te lo critican? En fin, cuando no gastas es porque sos un amarrete o un tacaño. Cuando gastas, es porque no tenes límite, o porque sos marquero o bien, por lo que sea. Whatever. Hay gente que tiene la critica fácil; mirar el trasero ajeno se hizo costumbre, mientras que ver el propio se vuelve algo asi como un tanto ingrato. Pero hagamos pausa: saquemos estos pensamientos mientras disfrutamos de estas mini vacaciones mentales.

Me tomo un taxi hasta donde voy a encontrar mi primer alojamiento. Hablar con los locales siempre es la opción numero uno, mas aun, si no existe barrera idiomática. Haceme el favor de agendarte esto para tu próximo viaje: hay que socializar.

Llego a la posada y la atención es maravillosa. Gente muy amable y bien predispuesta. Me ofrecen ir a desayunar mientras espero que la habitación quede lista. La posada es de estilo colonial, con techos de teja, adoquines y un aljibe. Es un lugar perfecto para descansar y hacer mi aclimatación, antes de comenzar mi gran travesía.

Mientras estoy desayunando, evito tomar cítricos y café. Mi estomago sigue bastante frágil y las deposiciones son frecuentes y muy diferentes a las que tenia hace un año atrás. Fui al gastroenterologo y se inclinó por decirme lo que te comente con relación al colon irritable o el estrés. Pienso en tantas cosas… veremos; mientras tanto el te con tostadas esta riquísimo…

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