Misión cumplida

Miércoles 29 de Junio 2016

Me levante temprano por la mañana y tengo que admitir que hoy, todos dormimos mejor que ayer por la noche. No hubo viento, tampoco nevó. Como todo lo rutinario, desayunamos y vemos que Nicolás dirige a los arrieros, montando todo el equipo de la travesía sobre los lomos de los burros y las mulas. Mientras tanto, Abel nos prepara unas tortas fritas muy ricas, típicas del callejón de Huaylas.

Este es el ultimo esfuerzo. Tenemos que bajar por tres horas hasta Cashapampa, pequeño pueblo que esta a 2970 metros sobre el nivel del mar. Antes de comenzar a caminar por el sendero, nos aseamos como todas las mañanas. El baño es un lugar bastante peculiar. Una carpa y un pozo en la tierra. Ya sé, lejos esta de entrar a la comparación que podes hacer de un baño de cualquier hotel, de cualquier red hotelera, no?

En fin, comenzamos la travesía y el día esta soleado. A lo lejos, el nevado Taulliraju nos saluda por ultima vez. En el horizonte, todo despejado.

Una de las cosas que saque provecho de esta experiencia, es que si deseas tomarte tu tiempo para apreciar la naturaleza, de tener tus momentos de soledad, de tomar fotos, entre otros, es mejor hacer el camino por si mismo. En grupo, lógicamente, uno sigue el camino y el ritmo de los demás. Esto significa que si quiero sacar una foto o admirar el paisaje, estas sujeto de una u otra manera a lo que hagan los demas o la gran mayoría del grupo. En mi caso en particular, la próxima hubiera preferido seguir mi ritmo. Esto, seguramente, no tiene que ver con el hecho de ser antisocial, mas bien de querer esos momentos de soledad de los que te comente hace un tiempo. De esos que necesitaba cuando estaba en Buenos Aires. Tiempo para poder pensar bien en que es lo que deseaba para mi y para mi vida. Vas a ver junto conmigo, que a medida que se vayan sucediendo las diferentes situaciones y lleguemos al momento del diagnóstico de mi cáncer, todo tiene un porque, todo tiene una razón. No digo que el cancer haya sido producido por alguna razon de índole psicológica, para nada; mas bien, es uno de los tantos disparadores, al margen de una situación del cuerpo, de las células, del tipo de alimentación o ambiente en donde uno vive, del ADN familiar. En fin, ponele el nombre que quieras.

Vamos bajando desde Llamacorral hacia Cashapampa. El camino en bajada supone ser mas fácil que cuando subimos, pero el peso de la mochila y el cansancio de haber caminado todos esos días, es lo suficiente para llegar extenuado. Es largo el camino, pero el llegar es reconfortante. En esta oportunidad, soy uno de los primero en llegar a nuestro punto de encuentro. Espero a los demás y una vez que estamos todos juntos, caminamos por unos minutos hacia el pueblo de Cashapampa. Allí, nos espera un muy rico almuerzo.

Ya en el vehículo que nos lleva de retorno a Huaraz, hacemos algunas paradas. Caraz, Yungay y Carhuaz. Llama mi atención cuando llegamos a Yungay, el encontrarme con un santuario y muchas tumbas. Este pueblo, hace décadas, fue arrasado por un alud de lodo, nieve y hielo, proveniente del nevado Huascarán. Incontable la gente que perdió la vía en este evento, nos cuenta Nicolás. Nos tomamos algunas fotos con el nevado detrás nuestro y seguimos hacia Huaraz.

Termina la travesía y ahora la vuelta al hogar. Vuelta a los amores, a algunas amistades; vuelta a las preocupaciones, al estrés y el comienzo del declive a nivel salud.

 

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