Huaraz

Me despierto en mitad de la noche y siento un poco de frío. Estoy sentado en el ómnibus camino a Huaraz, del lado derecho, que es de donde se puede apreciar el amanecer. A ciencia cierta, no se que hora es y volver a dormirme es algo así como una tarea faraonica, ya que pude conciliar el sueño rápido y dormirme apenas salió el ómnibus de Lima.

El sol comienza a iluminar los varios cordones montañosos y cerros que hay a mi alrededor. Todo es color tierra y hay muy poca vegetación en el horizonte. Al fondo se ven los nevados, imponentes y majestuosos. Cada tanto el sol deposita su cara sobre una de las tantas laderas de estas montañas fenomenales y la nieve parece tener un color rojizo, celeste o bien rosa. Las montañas se ven solitarias, pero a la vez hacen de guardianes de toda esta tierra. Los apus, como bien les llaman a los nevados aquí en Perú.

Dejo el paisaje por un rato y pienso en casa, pienso en Buenos Aires, pienso en mis hijos y en mi pareja. Tengo que comunicarme con ellos apenas encuentre un lugar desde donde pueda tener conexión. En realidad lo hago para que se queden tranquilos y porque también hay un poco de saudade; sin embargo, siento la necesidad de estar solo, en paz y tranquilo.

En Buenos Aires dejé atrás el estrés, las disputas y preocupaciones diarias. Era el momento de regalarme un tiempo a mi mismo y hacer algo que realmente me apasiona: ver paisajes y tener tiempo para sentarme, apreciar la tranquilidad y el hecho de estar vivo. En realidad, me pregunto que viene primero, la necesidad de escapar o la de disfrutar. Se entiende?

Llegando a Huaraz, bajo del ómnibus y hace frío, pero con un sol radiante y sin nubes. Tengo un poco de migraña, pero es normal porque llegue a una ciudad con bastante elevación respecto del nivel del mar. Por suerte, el equipaje que despache llego sano y salvo. Adentro tengo equipo para hacer senderismo, trekking o como carajo quieras llamarlo. Perderlo seria algo así como una catástrofe, ya que me estuve armando desde hace tiempo con equipamiento de buena calidad y por consiguiente, invirtiendo dinero. Pero que mejor que invertirlo en algo que te gusta, no? Y si te lo critican? En fin, cuando no gastas es porque sos un amarrete o un tacaño. Cuando gastas, es porque no tenes límite, o porque sos marquero o bien, por lo que sea. Whatever. Hay gente que tiene la critica fácil; mirar el trasero ajeno se hizo costumbre, mientras que ver el propio se vuelve algo asi como un tanto ingrato. Pero hagamos pausa: saquemos estos pensamientos mientras disfrutamos de estas mini vacaciones mentales.

Me tomo un taxi hasta donde voy a encontrar mi primer alojamiento. Hablar con los locales siempre es la opción numero uno, mas aun, si no existe barrera idiomática. Haceme el favor de agendarte esto para tu próximo viaje: hay que socializar.

Llego a la posada y la atención es maravillosa. Gente muy amable y bien predispuesta. Me ofrecen ir a desayunar mientras espero que la habitación quede lista. La posada es de estilo colonial, con techos de teja, adoquines y un aljibe. Es un lugar perfecto para descansar y hacer mi aclimatación, antes de comenzar mi gran travesía.

Mientras estoy desayunando, evito tomar cítricos y café. Mi estomago sigue bastante frágil y las deposiciones son frecuentes y muy diferentes a las que tenia hace un año atrás. Fui al gastroenterologo y se inclinó por decirme lo que te comente con relación al colon irritable o el estrés. Pienso en tantas cosas… veremos; mientras tanto el te con tostadas esta riquísimo…

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